A un punto de su primer tÃtulo de Grand Slam, Aryna Sabalenka cometió una falta. Y luego volvió a fallar. Ella hizo una mueca. Ella gritó y le dio la espalda a la corte. Ella movió los hombros y exhaló. Claramente, este negocio de ganar el Abierto de Australia no estaba destinado a suceder sin un poco de lucha el sábado por la noche.
Sabalenka sabÃa en el fondo que ese serÃa el caso. También sabÃa que todo el esfuerzo que puso, para superar las dudas sobre sà misma y esas temidas dobles faltas, tenÃa que dar sus frutos con el tiempo. Solo tenÃa que hacerlo. Y asÃ, mientras desperdiciaba un segundo punto de partido fallando un golpe de derecha, y un tercero fallando otra vez otro, Sabalenka hizo todo lo posible por mantener la calma, algo que solÃa encontrar bastante difÃcil. Aguantó allà hasta que se presentó una cuarta oportunidad de liquidar a Elena Rybakina , y esta vez, Sabalenka vio un golpe de derecha de su enemigo igualmente poderoso navegar largo. Eso fue eso.